viernes, 15 de febrero de 2008

Dudas de lenguaje y poesía: cómo mandar y cómo amar

A todo el mundo le gusta mandar. ¡Ven! ¡Siéntate! ¡Dame eso! Pero... ¿cómo hacerlo correctamente?

Un de los fallos que más se escuchan hoy en día es el uso del imperativo con la segunda persona del plural. ¿Nadie ha escuchado: ¡sentaros!? o ¡veniros!Y claro, a los puristas nos entra la duda...

Regla de oro para no fallar nunca: el imperativo unido a la segunda persona del plural pierde la "d" del imperativo. Y nunca, nunca, se convierte en una "r".

O sea:
incorrecto -> correcto
amaros -> amaos
cogeros -> cogeos
veniros -> veníos
cambiar -> cambiaos

Única excepción: el verbo ir (id -> idos).

Y ya última precisión: el imperativo nunca se forma con el infinitivo, a no ser que vaya precedido por la preposición "a": "¡a sentarse!".

Os dejo un regalito para el fin de semana. Una maravillosa poesía del tristemente fallecido Ángel González. Porque para algunos todos los días son el día de los enamorados.











ME BASTA ASÍ

Si yo fuera Dios
y tuviese el secreto,
haría
un ser exacto a ti;
lo probaría
(a la manera de los panaderos
cuando prueban el pan, es decir:
con la boca),
y si ese sabor fuese
igual al tuyo, o sea
tu mismo olor, y tu manera
de sonreír,
y de guardar silencio,
y de estrechar mi mano estrictamente,
y de besarnos sin hacernos daño
-de esto sí estoy seguro: pongo
tanta atención cuando te beso;
entonces,
si yo fuese Dios,
podría repetirte y repetirte,
siempre la misma y siempre diferente,
sin cansarme jamás del juego idéntico,
sin desdeñar tampoco la que fuiste
por la que ibas a ser dentro de nada;
ya no sé si me explico, pero quiero
aclarar que si yo fuese
Dios, haría
lo posible por ser Ángel González
para quererte tal como te quiero,
para aguardar con calma
a que te crees tú misma cada día,
a que sorprendas todas las mañanas
la luz recién nacida con tu propia
luz, y corras
la cortina impalpable que separa
el sueño de la vida,
resucitándome con tu palabra,
Lázaro alegre,
yo,
mojado todavía
de sombras y pereza,
sorprendido y absorto
en la contemplación de todo aquello
que, en unión de mí mismo,
recuperas y salvas, mueves, dejas
abandonado cuando -luego- callas...
(Escucho tu silencio.
Oigo
constelaciones: existes.
Creo en ti.
Eres.
Me basta.

miércoles, 13 de febrero de 2008

Libros del Asteroide








Hoy quería recomendaros una editorial, Libros del Asteroide, que está haciendo una labor increíble por traducir al castellano grandes obras maestras del siglo XX. Me encanta su grafismo y el cuidado que ponen en cada uno de los libros: al final de la novela, aparece siempre una página con una frase por un personaje célebre y (me encanta) la editorial te agradece por leerles. Me parece un detalle precioso.
Su catálogo no tiene desperdicio. De lo que he leído, no puedo más que recomendaros a Nancy Mitford (que se merece una entrada entera, proximamente), Robertson Davies y su trilogía, "El mercader de alfombras" de Philip Lopate, la angustiosa "Memoria del miedo" de Andrew Graham-Yooll (sobre la represión en la Argentina de la dictadura), la evocadora "Historias de Pekín", de Kidd, sobre un mundo chino que ya no existe, y una de mis preferidas: "Los inquilinos de Moonbloom" de Edward Lewis Wallant.

En resumen, esta joven editorial (nacida en 2005) es un modelo a seguir para muchas otras. Lo tiene todo: grafismo, buen gusto y buenos editores. Que sigan así.


¿Tendría Shakespeare un blog si viviera en el siglo XXI? ¿Le leerían o dirían que sus obras/entradas eran demasiado largas?









Ah, me han dado un premio. ¡Gracias, Coco!

martes, 12 de febrero de 2008

Goya: pintando a los Reyes


La reina María Luisa llamaba a este cuadro "ése en el que estamos todos juntos". Pero ni a ella ni a Carlos IV, su marido les gustó nunca. Se trata seguramente del último gran cuadro real de la pintura española y uno de los más importantes.

(Se recomienda pinchar en el cuadro para poder observar los detalles y seguir los comentarios).

Goya decidió inspirarse en Velázquez, hasta tal punto que se retrató él mismo, discreto, en una esquina izquierda, tras el lienzo (algo extraño, ya que entonces Goya estaría pintando sus espaldas).

Lo más importante de este cuadro no es la espléndida composición (tres grupos de cuatro personas, siempre compuestos por dos hombres y dos mujeres), ni que no se hubiera decidido quién sería la futura esposa de Fernando VII y por ello aparezca con la cabeza girada, ni los magníficos detalles de las telas.

No, lo más impresionante es el realismo con el que Goya pinta a la familia real, que ya no lo parecen. Se diría que son una familia burguesa cualquiera. Esa desmitificación es lo que me parece crucial en el cuadro, y lo que le proporciona aún más valor e interés.


P.S. Espero que a la gentuza que ha robado cuatro cuadros impresionistas de Zürich, ocultándolos así a la vista de todo el mundo, se les atraganten. Sólo pensar que no vamos a poder verlos en un futuro (a no ser de que los capturen), me enerva. Os dejo aquí las imágenes de los cuadros robados. Son los siguientes: El chico del chaleco rojo (1888-1890), de Paul Cézanne; Ramas de castaño en flor (1890), de Vincent van Gogh; Campo de amapolas cerca de Vétheuil (1879), de Claude Monet, y El conde Lepic y sus hijas (1871), de Edgar Degas. El Monet es precioso.